¿Por qué fantaseo con una violación?

El 90 % de las mujeres dicen haberse excitado o fantaseado con situaciones sexualmente violentas, pero las mujeres siempre llevamos sobre nosotras el estereotipo de que no nos gusta ni atrae la violencia, ¿por qué entonces sucede esto?

Que a una mujer le excite una escena violenta está mal visto. Que una mujer consienta juegos sexualmente agresivos está mal visto. Que una mujer quiera ejercer o recibir prácticas sexuales que impliquen violencia física está mal visto. Que las mujeres también caminemos por un terreno socialmente masculino, el de la violencia, está sancionado. Y no sólo nos sancionan los hombres, nos sancionamos las unas a las otras y nosotras mismas.

Mientras todo esto está requetemal visto, hay muchas mujeres que en sus dormitorios fantasean con escenas donde toman un rol pasivo y se dejan violentar (consentidamente). Es una fantasía recurrente, muy presente en el imaginario erótico de las mujeres, pero que nos pesa porque es denigrante y por supuesto, solo es una fantasía. Pero en nuestra mente las fantasías cuando no son normativas pesan y mucho y nos hacen sentir mal. Tan mal que oír a una mujer decir que fantasea con una escena violenta es más difícil que ver a un unicornio. Por eso hoy hablamos de fantasías, violaciones no reales, de BDSM y de por qué las mujeres fantaseamos con ello, pero los hombres no.

«Me comunico a través de la sexualidad y el sexo» Un encuentro con Anahí Canela

Orgasmo: Punto culminante o de mayor satisfacción de la excitación sexual.

Correrse: Liberación. Explosión física del deseo y del placer.

Squirt:  También llamada por algunxs eyaculación femenina. Es la materialización del orgasmo y correrse. Una forma de expulsar todo el deseo que guardamos en nuestros cuerpos.

Punto G: Una incógnita para muchxs. Un punto en el triángulo de las bermudas, una vez que entras en él no vuelves a salir. Para otrxs la parte interna del clítoris que si se toca y acaricia con gracia produce un gusto extremo.

Anahí Canela: Otro misterio para parte de la humanidad. Esa persona que con sus dedos va provocando squirtings y poniendo en duda la (no)educación sexual que hemos recibido.

¿Cómo? ¿Que hay más cosas que el misionero?

Llegó el día en el que tengo el placer de conocer a Anahí Canela, educadora sexual para adultxs. Conocida por sus Masterclass, talleres teóricos y prácticos sobre sexo anal, squirt o Punto G entre otros… va recorriendo la geografía estatal en busca de vaginas, penes y personas en general que quieran aprender más sobre sexualidad. Busca esa inquietud que nos hace desprendernos de una rancia educación sexual y que nos lleva por caminos sin final. Unx sabe cuándo empieza a romper las barreras de las sexualidades, pero no cuándo va acabar, si es que acaba.

Anahí confiesa que siempre ha sido muy reflexiva con la sexualidad, «la sexualidad es el 80% de mí. Desde que descubrí la sensualidad y la comunicación a través de la erotización del sexo, lo he utilizado», pero «fue cuando empecé con el porno, alrededor del 2011, cuando me di cuenta de cuántas prácticas sexuales hay que no son comunes, como por ejemplo el squirt. Hablando sobre mi experiencia, me preguntaban mucho cómo lo hacía y un día una amiga me dijo que por qué no lo enseña a través de cursos para que todo el que quisiera aprendiera conmigo. Me di cuenta de que se me daba bien, lo explicaba bien. También empecé a usar mucho Blablacar y en todos los viajes acababa hablando de sexualidad y de mis experiencias, lo que gustaba y llamaba la atención. Entonces pensé que tenía mucho que aportar con un enfoque diferente».

Pero, ¿fue todo así de fácil?

Desde que empecé a pensar en ello hasta que me puse a hacerlo sí que fue un proceso muy rápido. Contacté con Los Talleres de Lola, de Los Placeres de Lola, que fueron muy accesibles y me dieron la oportunidad de probar. Al principio daba 2 talleres al año, era más un hobbie que un trabajo. Pero fueron creciendo, me di cuenta de que surgían reflexiones interesantes, que me gustaba cómo lo hacía y me sentía satisfecha con el trabajo.

¿Y de dónde te vienen esas ganas de aportar tu sello a la educación sexual?

Todo lo impulsó el interés por la Teoría Queer, siempre ha estado más ligada a un ámbito más académico, pero lo que el público demanda es una explicación más accesible. Por eso me pregunté qué podía aportar yo, qué puedo hacer diferente ante esa realidad. Empecé a trabajar en ello, a plantearme cómo responder a la demanda que había y así los talleres fueron creciendo.

Ya llevas mucho tiempo dando los talleres y ahora eres toda una experta, pero ¿te acuerdas de las primeras clases?

Los nervios seguro que estaban, pero por destacar algo en concreto tengo que confesar que los grupos pequeños me ponían más nerviosa porque por mi forma de ser, me siento más cómoda en grupos grandes, aunque ahora algunos grupos como los de squirt los he limitado a 10 personas. Los otros dependen más de la temática. Recuerdo uno, que era de los primeros que daba, de gente de Tantra y me sentía como ¡Pero qué les voy a enseñar yo! Además, tuve un percance tonto, que en realidad no es nada, me salió el squirt como amarillo, no me había meado ni nada, pero en ese momento me dio el punto. Por lo demás, todo bien, me manejo con soltura y tengo facilidad para hablar y mostrar ante la gente.

¿Cómo es la dinámica de los talleres?

En los talleres hay una parte teórica y otra práctica. En la teórica no quiero hablar todo el tiempo. Es un feedback constante. Animo a que se presenten, hago una explicación breve y esquemática y voy contando cosas sobre el tema del taller junto con partes prácticas porque así se hace mucho más divertido y ameno. Surgen preguntas que vamos respondiendo y siempre se alargan los talleres porque la gente se va soltando, les surgen dudas… y eso es muy positivo. Sin llegar a cambiar el tema del taller, pero esa puerta a que surjan temas relacionados que se puedan resolver siempre está abierta.

¿Cómo es la respuesta de la gente en los talleres?

Muchas de las personas que acuden, me han dicho que aparte de aprender sobre el tema, los talleres suponen para ellxs un espacio donde poder expresarse y abrirse.

Yo creo que el éxito radica en que yo doy los talleres como cuando tengo sexo con alguien. Sin rodeos ni tecnicismos. Sencillo, claro y sobre todo práctico.

Lo que suele ocurrir es que el público se va soltando y la sesión se convierte en una tertulia sobre sexualidad. La cercanía es esencial.

¿Cómo te sientes tú cuando estás frente a un grupo de gente que ya «sabe» lo que va a pasar?

Me siento como un puente entre lo académico y la vida real, entre lo extremo, lo más raro de la sexualidad que yo ocupo por completo, pansexual, género fluido, poliamor, BDSM… y la gente que quiere empezar a abrir su sexualidad. Hay que trabajar desde el punto de que nos han educado sexualmente en los extremos, en etiquetas cerradas, o eres una cosa u otra. Y no debemos pensar que lo que hacemos lo hacemos mal, sino que tenemos una educación sexual muy deficiente y no tenemos buenos referentes sobre la sexualidad. Lo que hacemos es lo que nos va bien. Si nos gusta lo repetimos y lo que no, lo dejamos, pero no hay una reflexión sobre cómo mejorar, porque no tenemos las bases del placer ni de cómo hacerlo mejor. Lo que ocurre es que en el sexo es muy fácil frustrarse, si haces algo que a una de las partes no le hace sentir cómodo o la primera experiencia no es buena ya se abandona la variación de la práctica. Hay que romper los miedos de probar cosas nuevas.

Por ejemplo suele pasar con el taller de sexo anal. Con él pretendo quitar todos los mitos del dolor, las barreras que tenemos por la educación sexual, descubrir cuál es el placer real de hacerlo y que lo hagas porque te va a dar placer.

¿Cómo es el público que va a los talleres?, ¿qué dudas les suelen surgir?

Las personas que vienen suelen tener edades comprendidas entre los 30 y 70 años, más o menos. Menores de 30 no suelen venir.

Me parece curioso que no vaya gente más joven

No no es para nada curioso. La gente joven quiere follar, si puede mucho, y no se preocupa tanto por la calidad como por la cantidad. Cuando ya estás en una relación larga te empiezan a surgir dudas de si lo estás haciendo bien, si disfrutas todo lo que puedes de tu sexualidad, si hay cosas que puedes mejorar… y te das cuenta, ampliando los conocimiento, que las relaciones sexuales no han sido tan placenteras como hubieras querido o incluso ni lo han sido. Y si lo han sido, que pueden serlo mucho más. Vienen mujeres y hombres solxs y parejas. Las parejas que vienen suelen ser más maduras, a partir de 40 años, que son segundas relaciones de las mujeres y varias de los hombres, lo que supone que están descubriendo el placer porque en las anteriores relaciones no lo habían experimentado. En cuanto a las dudas que suelen plantear, en realidad preguntas no suelen traer específicas, pero sí que se dan cuenta de que no se conocen bien a sí mismxs y en particular no se conoce el placer femenino. Ni nosotras ni los hombres que se acuestan con mujeres, es lo más relevante que veo en los talleres.

Están muy bien las técnicas que aprenden, pero lo más importante es darse cuenta del déficit de conocimientos sobre nuestra propia sexualidad. Y todo esto hay que verlo desde la diversidad. Yo siempre introduzco mi manera de ver el sexo en toda su diversidad, diversidad de orientaciones, de géneros, de prácticas… y así descubren muchas cosas más. Intento derribar el coitocentrismo, el falocentrismo y esa idea de que el sexo es follar y follar es meterla, correrse y tener un orgasmo y que ambos lleguen, sino no se ha cumplido el objetivo.

¿Cuál de los talleres es el más popular?

El de squirt es uno de los más conocidos y el que más llama la atención. Pero lo importante de los talleres es que yo enseño lo que sé y lo que practico. Y constato lo que digo en la práctica.

Me ha llamado la atención el proyecto que tienes en marcha Sex Capacitados, ¿está ya en funcionamiento?

Sex capacitados es mucho más que un speed dating diverso. Es un proyecto que tengo en mente desde hace más de 10 años. Hace tiempo que conocí a Carla Graf, una activista pro derechos de las sexualidades de las personas con diversidad. Cuando la conocí, ella ya daba charlas sobre diversidad y sexualidad, impulsó la creación de juguetes sexuales para estas personas porque los que hay no se adaptan a sus necesidades. La idea es hacer un gran estudio sobre las sexualidades de las personas con diversidades y además dar conferencias, talleres y hacer speed datings donde se vea que lo que buscamos no es ayudar a las personas con diversidades a mejorar su sexualidad, sino que ayudamos a la sociedad a tener el placer de tener sexo con todas estas personas. A no limitarse por miedo y desinformación. La inclusión no es solo por parte de las personas diversas, es por las que no la tenemos. Nosotrxs somos los que nos tenemos que incluir en su campo y dejarles que se incluyan en el nuestro. Ellxs no tienen ningún problema.

De momento no hay sesiones programadas, hay ya alguna solicitud, pero todavía lo estamos gestionando. Lo que queremos hacer con el primer dating que hagamos, no es que vengan a ligar y ya está, sino que vengan a romper barreras y crear una masa crítica con la que podamos decir que a mucha gente no le importa y quiere romper las barreras de tener relaciones sexuales con personas con diversidades. Además, para acudir no pedimos ningún perfil específico. Queremos que venga quien le apetezca y ver qué pasa.

Debe ser un campo abierto en el que todxs nos conozcamos y reconozcamos.

La conversación virtual con Anahí fue muy placentera, ahora me queda ver más de cerca uno de sus talleres, así que apuntado el reto y no le perderemos la pista.

Puedes encontrarla en su página web, donde también verás todos los talleres y servicios que ofrece, en Facebook, Twitter e Instagram.

La experiencia del Bondage

¿Os acordáis de aquella foto de Instagram? sí, no voy a negar que quise poneros un poco la miel en los labios. He tardado un poco en contaros mi experiencia con el BDSM porque me parecía mejor seguir testándolo y probando un poco más.

Hace tiempo que quería experimentar con productos de BDSM más especializados. Siempre cae en nuestras manos algún látigo, cuerda o esposas de esas que nos hacen gracia pero que… no son muy profesionales. No hace falta gastarse un pastón en comprar todo tipo de artículos y juguetes eróticos para disfrutar de nuestras fantasías. Si tenemos ganas de probar algo nuevo, pero no sabemos si nos va a gustar o no queremos hacer una gran desembolso así de primeras, sí que podemos recurrir a algún juguetito o artículo de precio más bajo, pero siempre que nos de confianza y seguridad.

Aprovechando una excusa, un regalo de cumpleaños, me hice con un kit de BDSM compuesto por un látigo de cuerdas, una paleta de spanking, un antifaz, unas esposas, unas pinzas para pezones con pequeños cascabeles, una cuerda, una mordaza y un choker con correa. Todo ello en negro y rojo.

He de admitir que cuando lo recibí me asusté un poco porque el paquete no era muy grande y pensé que tal vez la foto me había engañado e iban a tener un tamaño de miniatura, pero no. Una vez abierto y expuesto, mi idea cambió totalmente.

La presentación del regalo fue una exposición de todas las partes de este kit sobre una bandeja. Un buffet erótico donde la comida iba a ser yo y los ingredientes para cocinarla serían cada una de las partes. Debía calentarse la comida con unos pequeños azotes y una vez adquirida la temperatura ideal ya podían añadirse el resto de ingredientes. Hay que inmovilizar bien a la presa para que no se revuelva con cada golpe. Es conveniente eliminar el sentido de la vista y que el tacto sea el receptor principal. Las extremidades quedan anuladas y su placer al servicio de los deseos.

Cada golpe con la paleta de spanking era un mezcla de placer y dolor. No sé si era el juego o que realmente los azotes me excitaban, pero tenían un efecto inmediato. El látigo jugaba entre las caricias y los pequeños impactos contra mi piel. Se resbalaba por la espalda para dejarse caer y volver con más fuerza. Las esposas aprietan las muñecas avanzando la hebilla por cada orificio para ajustarse al tamaño de las manos. Los gritos no llegan a salir casi de mi boca por la bola de la mordaza que me impide chillar. El juego se completa con la rendición al placer.

La conclusión a la que he llegado tras esta experiencia es que el BDSM es adaptable a todos los gustos. Si quieres hacerlo más duro o más suave. Sirve tanto para usarlo como un preliminar y luego seguir con otras prácticas o que sea el juego principal. Ofrece muchas variantes, ya que no es necesario utilizarlo todo a la vez. Mi consejo es, que si eres principiante o quieres probar, comiences con los juegos de anular sentidos. Con las esposas y el antifaz. Después, puedes probar con la paleta de spanking y el látigo de manera suave. No son solo para azotar, también sirven para masajear partes del cuerpo o hacer pequeñas cosquillas. Pásandolos por la espalda, por los muslos, dejando que los pelillos del látigo vayan rozando partes que resulten erógenas… Y si ya te aficionas y quieres explorar nuevas sensaciones, puedes lanzarte a probar las pinzas y la mordaza. Hasta que vayas creando tu propio juego de BDSM personalizado.

Lo que me ha gustado y lo que no

El juego erótico que nos ofrece el BDSM me ha encantado. Poder adaptarlo y llevarlo a nuestro terreno me parece que es la mejor idea. Como acabo de decir, yo os recomiendo que vayáis probando e introduciendo cada cosa poco a poco. Para ir viendo qué es lo que os gusta. Por otra parte, tengo que reconocer que las pinzas para pezones y la mordaza me han costado un poco. En cuanto a las pinzas, al principio en los pezones me resultaba prácticamente imposible. Sí, soy un poco quejica, pero luego le encontré su puntillo. Si no te resistes a probarlas, pero no sabes si va a doler demasiado, yo te propongo que las pruebes en otras partes. En los muslos o la parte interior de los brazos. Dan una pizca de dolor, pero no tan intensa. Lo de la mordaza… me gusta la idea, pero hace que me duela mucho la mandíbula, tal vez sea que no es el tamaño adecuado. Si vas a comprar alguna, fíjate en eso también. A ratos y con algún juego, no está mal.

Compleméntalo

En mi Kit eché en falta una cosa, las tiras de Oh Lillith. Rompen la monocromía del conjunto y le aportan una pizca divertida. Me encantan, creo que pronto me haré con alguna de ellas para ver cómo queda.

Otro complemento que me parece muy acertado y le va genial son las máscaras de Bijoux Indiscrets. Yo elegí la de Kristine, pero si os gusta cualquier otra también puede valer.

Y a partir de aquí imaginación 100%. Tan solo tienes que dejarte llevar y disfrutar. Pero recuerda una cosa importante, cuando realizamos estas prácticas que se mueven entre el placer y el dolor, debes conocer los gustos y límites de la persona con la que la practiques. Si la pasión os va a poseer y perdéis un poco el control, acordad una palabra clave para indicar cuando debe parar o bajar el ritmo.

 

 

Deséame y odiame

bondage

Muchas veces hablamos de prácticas que no solemos hacer o que nos cuesta pedir. Pero no nos paramos a pensar que igual haya más cosas que desconocemos y que no solemos hacer pero que si las probáramos nos gustarías.

Hay determinadas opciones en las relaciones sexuales que siguen siendo tabú y que se consideran como algo no muy «normal». Así es como denominamos a lo que no solemos hacer o que está categorizado como especial. Creo que es el caso del BDSM. Para los que no les suene el término, estas siglas se refieren al Bondage y al Sadomasoquismo. Es cierto que en cuanto pronunciamos estas palabras automáticamente pensamos en algo sucio y que produce dolor. Y al mismo tiempo diferenciamos la primera de la segunda. A la primera le atribuimos más suavidad, un juego de cuerdas en el que nuestro/a amante nos ata y juega con nuestro cuerpo. Pero al oir sadomasoquismo pensamos en pegar, azotes, marcas y escenas violentas. Ambas dos según se realicen y dependiendo de la pareja, distan mucho del estereotipo.

Dentor del BDSM hay mucho más, hay juegos en los que podemos interpretar personajes, hay diversión jugando con plumas o cualquier objeto que al pasarlo por la piel haga que nos vayamos excitando poco a poco. Es una manera de seducir y de calentar. Es importante que si queremos practicarlo ambas partes estén de acuerdo y se establezcan normas. Ya que podemos hacer algo que desagrade a nuestra pareja. También es recomendable ponerse de acuerdo en una palabra clave. Durante el juego si lo hacemos bien podemos estar muy metidos en el papel y no darnos cuenta de que tal vez traspasemos alguna barrera, por ello quien no esté conforme pronuncia la palabra clave y así se detiene el juego.

En el BDSM podemos jugar a ser dominados/as y dominantes, podemos llevar a cabo ese papel que nos gustaría tener. Podemos hacerle a nuestra pareja sentirse solo nuestro por un momento o incluso si nos atrevemos, realizar con esto un material erótico para nuestra intimidad de pareja. Es cierto que dentro del BDSM hay papeles de sumiso/a y amos/as que pueden resultarnos un poco fuertes si acabamos de empezar, pero por ello es importante hablar antes de empezar y saber que es lo que nos apetece hacer.

Al principio para realizarlo no hace falta que compremos todo lo que vemos en las películas ya que al principio tal vez nos baste con tener un cuerda suave de terciopelo o de seda, un antifaz, unas esposas y si queremos una pequeña fusta. Hoy en día se juega mucho con estas prácticas y hay todo tipo de accesorios muy atractivos para incluir en nuestra caja de juguetes.

Otro cosa que podemos hacer es leer primero sobre ello y ver algún video para orientarnos. Yo os recomiendo el libro Deséame como si me odiaras. En él se plantea el tema de una forma muy natural y muy erótica. Es una forma atractiva de encontrar trucos para empezar, hay sugerencias de páginas web para ver más, fotografías interesantes… Como material audiovisual, hay videos eróticos que nos pueden conducir a la excitación y ver cómo tratan el tema. Cinco historias para ellas es una de las películas más conocidas de Erika Lust, una de estas historias aparece el BDSM realizado por un matrimonio que encuentran en él una via de escape para su vida de casados.

Os animo a que probéis a hacer alguna cosita relacionada con esta práctica para probar y seguir experimentando en vuestras vidas sexuales.

Deséame como si me odiaras
Deséame como si me odiaras

Otra historia

Desde que salió en las librerias de todo el mundo la trilogía de Cincuenta Sombras de Grey no he podido resistirme a mostrarme excéptica ante el fenómeno. Al oir hablar de ella automáticamente pensé en una gran obra escrita por Pauline Réage, Historia de O. Originalemnte escrita en francés y que llegó a mis manos en forma de libro y en película.
Este libro narra la historia de una mujer parisina que decide dar su cuerpo al placer. Hace todo lo que su amante le pide e incluso es internada en un lugar donde se les pone a prueba ante todo tipo de juegos bondage. Orgías, látigos, esposas… la escenografía recuerda a un harén en el que hay muchas mujeres dominadas tanto por hombres como por mujeres. Hay sexo entre personas de diferente sexo y del mismo y mucha mucha excitación. En la película se pueden ver escenas de sexo explícito y muchas ideas que se pueden realizar en casa.
El BDSM esta en boca de todos a partir de las novelas «porno» que van surgiendo en los últimos días, pero yo seguiré reiterando que son libros que no hacen más que reproducir una moda en la que el único objetivo es vender. Además son libros escritos para mujeres que nunca se atrevieron a cuestionar su sexualidad o a excitarse por otros medios que no fueran por su pareja. Eso está muy bien, pero no hay que quedarse ahí, hay mucho más mundo erótico en novelas y relatos de gran calidad. Si de verdad se busca el autoerotismo a través de una novela como esta y el descubrimiento del BDSM os recomiendo que busquéis novelas como Historia de O y os deleiteis con sus escenas muy detalladas.
Historia de O