Porque sí. Ya sé que no es una respuesta muy madura. Así de pronto puede parecer una respuesta un tanto maleducada y nada reflexiva, pero os puedo asegurar que lo es. Aunque esta es tan solo mi opinión.
Muchas veces me preguntan por qué no hay casi sexbloggers chicos, por qué hay tantas mujeres que se han lanzado a abrir un blog, un perfil en You Tube o una cuenta en cualquier otra red social contando sus devenires sexuales y aconsejando y dando información y sobre el uso del cuerpo como herramienta de autoconocimiento, empoderamiento y crecimiento personal. Durante la comida en el último sexblogger meeting estuvimos hablando sobre esta cuestión. Uno de los compañeros nos lanzó la pregunta. En mi interior salta ese porque sí, porque nos lo merecemos, pero afortunadamente no siempre digo lo que pienso, aunque debería hacerlo más a menudo y esa pregunta nos llevó a reflexionar. Él nos comentaba que entre su grupo de amigos, que no están profesionalmente dedicados a la sexualidad, eso de tener sexo más allá de la penetración, sentir los momentos e incluso disfrutar de un porno compartido les parecía una absurdez. Ellos querían mantener su porno secreto, a su mujeres en su sitio y ellos en el suyo y que el sexo siguiera siendo como hasta ahora, sin estupideces de esas de accesorios, tantras y otras cosas, supongo que el discurso os sonará. Pero realmente no quiero meterme en ese jardín que es otro con arenas movedizas y del que ya tendremos tiempo de hablar en otra ocasión y por supuesto no tengo ninguna intención de generalizar, porque hay muchos hombres que no piensan de esa manera. De lo que me gustaría hablar hoy es de por qué hay tantas mujeres en el mundo de la divulgación sexual desde muy diferentes miradas.
El pasado día 8 de agosto se celebró el día internacional del orgasmo femenino (y del gato y en spankling también), no soy muy de marcar fechas, porque de qué sirve que ese día todos alcemos la voz por una causa si el resto del año giramos la cara. De todos modos, está bien salir en las redes sociales visibilizando el día y demandando hacernos dueñas de nuestros deseos y placeres. ¿Cuántos años se nos ha negado el placer? muchísimos, siglos de represión sexual, de no te toques, no alardees de tu sexo, guárdate para quien valore tu virtud… y muchas frases más que nos parecen muy antiguas pero no lo son tanto y se siguen oyendo. No me entendáis mal, no tengo nada en contra de los hombres y que los hombres hablen de sexo, visibilicen que tienen muchas formas de darse y recibir placer y que para ellos también hay un mundo erótico del que aún queda mucho por descubrir, me parece fantástico, pero nosotras necesitamos también necesitamos este espacio. Necesitamos salir del círculo de confianza y decir que sí que nos gusta el porno, que nos masturbamos, que no todas somos románticas y no esperamos ni príncipes ni princesas, que no se nos olvida quiénes somos por emparejarnos y que ya es hora de que se nos respeten nuestros espacios y que nos dejen disfrutar de hacer y decir lo que nos de la gana.
El terreno sexual es uno en los que más hemos sido castigadas. Con una sexualidad dirigida a la reproducción, nuestro clítoris ha sido un desconocido hasta no hace mucho y ni que contar el resto de nuestros cuerpos, del cual también se puede recibir placer. Es cierto que desde hace un tiempo ha habido una especie de boom en el que los blogs sobre experiencias sexuales y divulgación sexual han aumentado y esto es muy positivo. Es positivo porque significa que nos estamos dando cuenta de que tenemos mucho que decir y que vamos a gritarle a la sociedad que nosotras somos quienes manejamos nuestros cuerpos, placeres y sexualidades. A este creciente número de mujeres se suman muchas sexólogas que se hacen ver a través de sus trabajos y perfiles sociales y que nos ayudan mucho para seguir haciéndonos conscientes de cómo y qué importante es vivirnos. La multitud de miradas hace que el espacio se enriquezca porque hay muchas maneras de pensarse y todas son respetables.
El mundo de la juguetería erótica también ha tomado conciencia de esto. Desde la creación del primer vibrador para curar histerias, ha sabido ver en el placer femenino un mercado potencial demandante de objetos para disfrutarse. Vale, podemos pensar que claro las marcas lo que quieren es vender y colocarnos esa necesidad de tener vibradores para satisfacer nuestros deseos sexuales, que no es incierto del todo, pero esto nos lo podemos llevar a nuestro terreno. Su intención de ofrecer cada vez juguetes más novedosos es una buena forma de conocernos sexualmente a nosotras mismas. No quiero decir que sin ellos no lo podamos hacer, sí que se puede y debemos alternar las formas de autocomplacernos. Pero, es cierto que es una forma divertida y diferente.
Estoy cansada de oír a chicas «necesito un vibrador porque no quiero saber nada de hombres o porque he dejado a mi novio». Mi cerebro explota cada vez. Lo hemos dicho muchas veces, NO, tu placer individual no es un sustituto de nada, es tuyo y solo tuyo. Es tu forma de quererte de ver que tienes muchas cosas que ofrecerte a ti misma y que no dependes para nada de un otrx, y mucho menos para aprender a quererte.
Me encanta ver cada vez a más mujeres que nos muestran sus trabajos entorno al sexo y la sexualidad de las mujeres. Estas muestras van desde las que se dedican a hacer dildos artesanales, colgantes en forma de vulva, accesorios eróticos, hasta coser vulvas y clítoris a punto de cruz. Es maravilloso que el círculo se vaya ampliando y que la red de mujeres conscientes crezca. Y es que ya era hora de que nos toque a nosotras, de que no sintamos vergüenza por corrernos, por tener una sexualidad diversa, porque no nos guste la penetración y nos gusten los pies. Nosotras también podemos ser fetichistas de algo, también podemos dominar en el sexo y también podemos tener las cosas claras y decir Sí o No cuando queramos sin que tenga ninguna consecuencia.
¿Parece fácil verdad? pues no lo es. Lanzarte a hablar de sexo es una aventura, decir lo que te gusta y lo que no puede a veces incluso convertirse en un deporte de riesgo. Claro es que somos una guarras, cochinas y busconas diciendo lo que nos pone y cuando tenemos la «suerte» de recibir una fotopolla o un mensaje en el que nos van a hacer morir de placer ¡nos atrevemos a decir que no y a pedir respeto! que cosas, ¿verdad?. Es que solo se nos ocurre a nosotras. Es de sobra sabido que si hablas de sexo eres una folladora empedernida, enferma además, que solo quiere ir provocando y que por supuesto lo haremos genial porque para eso hablamos tanto del sexo, para hacernos expertas en follar.
Cuando comparto este blog con otras mujeres me preguntan, ¿pero y cómo te atreves a contar tu vida sexual y que vea la gente lo que haces? ¡qué vergüenza! Otra vez la maldita vergüenza. Suelo responder, si nadie lo hiciera seguiríamos pensando que eso que hago yo es raro, que debo esconderme y que no es «normal» esto que me gusta tanto. Las ventanas están hechas para abrirse y respirar, e Internet, con sus cosas buenas y malas, es una gran ventana que nos permite compartir nuestras experiencias para que nadie siga pensando que es un bicho raro y que hay mucha gente que nos puede ayudar y asesorar. Por eso ya es hora de que cojamos las armas y nos lancemos a la batalla de defender nuestro sexo, porque los hombres ya tienen sus espacios (prácticamente todos) en los que a veces nos «dejan» participar bajo vigilancia parental y necesitamos hacernos nuestro hueco y no tener una participación sino la mitad del pastel.
Y ya para acabar este post hecho desde lo más hondo de mi alma feminista y reivindicativa, no debemos olvidar que hay mujeres que comparten su vida con mujeres y que para ellas también es este espacio. La heteronormativización y la vida en pareja lo acapara todo muchas vecen en este tema, pero hay mujeres que no quieren ser pareja de nadie y que su sexualidad no atiende a etiquetas, que no quieren definirse ni sentirse dentro de ninguna categoría y ellas también merecen un espacio.
Porque sí, porque nos lo merecemos, porque debemos tomarlo si pedir permisos, sin pensar en más allá porque ya es hora de que nuestro sexo sea nuestro, de que nos vivamos y nos dejen vivir. Porque esta también es una forma de autocuidado.
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